En un libro que publiqué hace un par de años (Escritura Creativa, Ed. Ciccus –valga el chivo-) rescaté una frase de Cayo Plinio Cecilio Segundo, también conocido como Plinio el Viejo. La que yo encontré no sé si pertenece al Viejo, o al Joven, pero valga la duda: No hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena, afirmó el hombre. Claro, no fue lo único que dijo.

También escribió: Nulla dies sine línea, lo que vendría a ser: Ningún día sin una línea. Es decir, el escritor, el que ya es, el que quiere ser y el que sueña, no debe dejar de escribir ni un día de su vida. Al parecer Plinio hacía referencia en su cita a algo que había dicho el griego Apeles de Colofón, que fue el pintor oficial de Alejandro Magno, en épocas en que los que tenían poder confiaban en el arte. Cada día una línea, se refería originalmente al dibujo.

Dicen que Beethoven se había hecho escribir esa frase en un cuadrito que colgaba de una de sus paredes; para él era cada día una nota. Esta semana, hablando con dos jóvenes escritoras de Mendoza (¡gracias whatsapp!) reflexionamos sobre esta flojera que nos agarra a veces, o sobre los tiempos que nos tironean y no nos dejan hacer lo más inútil y hermoso que hay en la vida: escribir.

Creo que nada sería posible sin la voluntad y el tesón. Y que el mayor de los talentos (si acaso lo tuviéramos) quedaría malogrado si no va de la mano de la disciplina. Como decía un viejo maestro mío: “Traspirar es una forma del talento”. Y aquí estamos, traspirando.

Plinio el Viejo acuñó otras frases célebres;  en la misma dirección de la insistencia escribió, en latín por supuesto (permítanme la presunción), Difficile est tenere quae acceperis nisi exerceas. Es decir, no se puede retener aquello que no se practica; aparece así la idea de oficio, de la herramienta escritural.

Las citas pueden servir para colgar en la pared, para lucirse en una cena o para escucharlas y retenerlas.  Yo acuñaría un lugar común con pretensión de cita: Leer una línea, al menos, cada día. Que se parece, sospechosamente, al slogan de una vieja publicidad de ginebra.

*Nerio Tello  es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.

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