Muchos libros son hijos del escándalo. Y a veces su supervivencia se apoya en ese escándalo inicial; otros, por cierto, perviven a pesar del escándalo. En 1926 la serie Los Nuevos de Editorial Claridad publica en Buenos Aires Versos de una…. Los tres puntos suspensivos reemplazaban al oficio callejero de una poeta que se hacía llamar Clara Better. Esta prostituta judía era una víctima más de la oleada de trata que había llegado las primeras décadas del siglo a la Argentina. Y sus versos registraban esas penurias.
El libro provocó un modesto revuelo que le valió vender unos cien mil ejemplares, cifra que hoy envidiaría cualquier escritor. Pero el mundillo artístico y periodístico se lanzó a buscar a la poeta incógnita, hasta que acorralado su autor debió confesar. César Tiempo, prolífico poeta, narrador y dramaturgo, había construido un alter ego inquietante para ese momento.
En tiempos muchos más recientes el escritor Federico Andahazi debe su temprana fama a otro escándalo. En 1997 su novela El anatomista ganó el premio de la Fundación Fortabat, que encabezaba la acaudalada empresaria argentina Amalia Lacroze, heredera del rey del cemento. Pero cuando doña Doña Amalita hojeó el libro ordenó desconocer el premio y cancelar el concurso: la novela no contribuía a “exaltar los valores más elevados del espíritu humano”, según la acaudalada coleccionista.
Como algunos recordarán, El anatomista conduce a los lectores a la Venecia en el siglo XVI cuando Mateo Colón, el anatomista de marras, hace un descubrimiento insólito: el centro del universo erótico en la mujer. Colón, un hombre de razón, se enfrenta al antiguo reto: ¿Cómo hacer a una mujer profunda y deliciosamente feliz? Pues él descubre el clítoris, parte del cuerpo que según doña Amalita no exalta los valores.
En los años 50, se publicó uno de los libros más controvertidos del siglo pasado. En Lolita, el escritor ruso Vladimir Nabokov, cuenta la historia de una relación sentimental y física entre un hombre de mediana edad y una niña de 12 años. El libro fue prohibido ese mismo año en el Reino Unido y poco después en Francia. En realidad, Lolita no había despertado la curiosidad de los lectores hasta que el reconocido escritor Graham Greene lo elogió. Luego de esa primera edición, el libro sufrió el ostracismo, y nadie se atrevió a insistir con las desventuras eróticas de Humbert Humbert, el profesor abusador. Finalmente una editorial parisina especializada en títulos pornográficos se le animó y el libro se convirtió en uno de los de mayor venta en el mundo.
Alguno recordará que el escritor indio Salman Rushdie escribió un libro que encendió la ira del entonces todopoderoso ayatolá Khomeini, hombre fuerte de Irán que lo consideró blasfemo para el islam y sentenció a muerte a su autor; además ofreció tres millones de dólares quien lo matara.
Los versos satánicos, publicado en 1988, crearon una crisis diplomática sin precedente porque un estado (Irán) ordenó públicamente matar a un ciudadano de otro país, en este caso Reino Unido, donde el escritor permaneció refugiado y oculto durante más de una década.
Actualmente el libro está prohibido en la India y en una larga lista de países musulmanes y sobre su autor pesa una incómoda herencia. A pesar de que Irán ya no busca la ejecución de la fatwa (condena), ésta solo podría haber sido revocada por la persona que la emitió, Khomeini, quien falleció en 1989. Por ello, aún hoy en día algunos grupos fundamentalistas consideran que sigue siendo válida la condena, al margen de la postura de Irán.
Si bien la lista es larga, muchas prohibiciones quedaron reducidas a la anécdota. Cosa que no pasó con I Know Why the Caged Bird Sings (“Sé por qué canta el pájaro enjaulado”), donde su autora, Maya Angelou, relata una niñez y adolescencia llena de abusos y opresión en el sur de Estados Unidos, en la década de 1930. La escritora pasó 10 años de su vida en una de las regiones más pobres del país y experimentó la segregación racial. Desde su publicación en 1970 se convirtió en un suceso de ventas; sin embargo, los políticos conservadores intentaron remover el texto de las lecturas escolares porque describe violaciones sexuales, embarazo juvenil y racismo, temas “inadecuados para el público adolescente”.
Muy inadecuada fue sin duda la aparición de La naranja mecánica, la violenta novela del escritor británico Anthony Burgess, publicada en 1962. Se la considera parte de la tradición de las novelas distópicas británicas, sucesora de obras como 1984, de George Orwell, y Un mundo feliz, de Aldous Huxley. En 1971 se conoció una versión cinematográfica de Stanley Kubrick, que también fue prohibida en varios países, incluida la Argentina. La narración detalla las “aventuras” de Alex, un adolescente perturbado con una fascinación por las sinfonías de Beethoven y la violencia extrema. El libro sufrió los avatares de la prohibición o el simple ocultamiento sobre todo en EE.UU. porque contenía “violencia y violaciones sexuales”.
Despues de tantos escándalos, la irrupción de la pobre Clara Better –que supo cantar “¿qué he de vender para guardar intactos / mi corazón, mis penas y mis sueños? –”, quedó reducida a lamento de una mujercita desdichada.