En julio hicimos referencia a una serie de relatos donde los protagonistas son hombres de la prensa (Novelas con periodistas); hay pocas mujeres por cierto, pero en una próxima entrega prometemos una mirada femenina sobre el tópico. Me gustaría detenerme en algunos autores ya clásicos que también abordaron, con una pisca de ironía cuando no impiadosa, la profesión periodística.

Antonio Tabucchi, un extraordinario traductor de Fernando Pessoa, y admirador de la cultura portuguesa, ubica a su personaje en la Lisboa de 1938, en pleno régimen salazarista. Pereira, un oscuro periodista sin nombre de pila, trabaja en la sección cultural de un periódico de la ciudad.  Tranquilo, sin ideas políticas, dedica su vida a la literatura y a venerar el recuerdo de su mujer muerta. Pero un día conoce a un joven filósofo y a su novia, que le hacen ver lo que se empeñaba en negar: que están sumergidos en un régimen represivo y es cómplice del silencio de la prensa.

No viene mal recordar que Marcelo Mastroiani –que encarnó al atribulado personaje en Sostiene Pereira (mismo título que la novela) cuando tenía 70 años–, 35 años antes había personificado a otro singular periodista en La Dolce Vita, de Federico Fellini.

El británico Evelyn Waugh publicó decenas de novelas y relatos pero se lo recuerda por ¡Noticia bomba!, libro al que los editores en español se sumaron una bajada muy explícita: La conjura de la risa. En ella un magnate de la prensa que presume de su olfato para descubrir “talentos”, a causa de una confusión con los apellidos, ordena  cubrir una guerra civil en África a un cronista no muy avezado. A partir de este equivoco construye una desopilante sátira sobre el periodismo y los “enviados especiales” y claro, el manejo de la información, la desinformación y, por cierto, la confusión.

En Bloody Miami, un periodista llega a esa ciudad estadounidense  para asumir la dirección de un periódico en su versión para los latinos allí residentes. La novela del brillante periodista Tom Wolfe (uno de los artífices del Nuevo Periodismo) habla de la tensa relación entre la noticia y la sociedad local, con sus mafias y corruptelas y las dificultades para ejercer el oficio.

Hace más de 40 años, el escritor alemán Heinrich Böll abordó el controvertido tema de la lapidación mediática, cuando esta era apenas un síntoma.  Por eso, su novela El honor perdido de Katharina Blum adquiere con los años nuevas significaciones. Un periodista es testigo de un encuentro amoroso casual entre una joven anónima con un hombre que resulta ser un prófugo de la justicia. El periodista inescrupuloso hace de la vida de la joven un infierno. El final es doblemente dramático. Novela breve y visionaria que tiene su versión fílmica dirigida por los prestigiosos Volker Schlöndorff y Margarethe von Trotta.

Ya que estamos, conviene visitar The Lost honours of  Chris Jefferies (en Netflix), un título que imita al de la novela de Böll, que registra otro caso de linchamiento mediático en un hecho reciente ocurrido en Inglaterra.

@neriotello

*Nerio Tello  es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.