A veces nos regalan un libro que nunca leeremos; y otras, recibimos con entusiasmo algo que esperábamos leer. Pero también hay libros que uno ve en una librería, y que lo llaman o lo repelen. Mira la tapa, lee la solapa, algo de la contratapa. Y allí decide si vale la pena correr el riesgo.

No sé cómo llegó a mi mano un libro encantador y doloroso. Su autora Eun Hee-Kyung, es una escritora coreana (1959) que publicó textos cortos hasta que se le animó a  El regalo del ave (2009),  su primera novela. Es un típico relato de infancia (una niña de 12 años en este caso) que nos ofrece su mirada descarnada, inocente, aguda y hasta humorística de ese pequeño y miserable mundo que heredó y que intenta descifrar. Y que siendo coreano, se nos parece en todo, en su belleza y en su miseria.

Lo interesante del libro es que la niña cuenta y cuenta sin parar, y si bien asoman sus juicios de niña, no aparece una censura del mundo adulto, sino que sus hipocresías, sus cinismos, sus egoísmos y sus soledades asoman como parte de un devenir “natural”.

¿De dónde nació mi interés? De su título, y de que leí, “de parado”, tres o cuatro páginas, y ya no pude renunciar a él. El título, El regalo del ave, está tomado de un poema de Jacques Prèvert que se titula precisamente así. Las tres líneas que incluye el epígrafe dicen: “Un viejo loro / vino trayendo sus semillas de girasol / y el sol entró en su prisión de niño.”

Cuando termino de leer este libro, me pregunto qué me sedujo del título, cuyo vínculo con la novela es totalmente misterioso, y no sé responder. Un título occidental, quizás, para una novela oriental. Me suelo preguntar muchas cosas frente a estos libros, y casi nunca me respondo, tampoco me preocupa. Me gustó el título y me deleité con Eun Hee-kyung, cuyo nombre acabo de olvidar, inmerecidamente.

 

*Nerio Tello  es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.