Colaboración de Florencia Aliotti

En la Feria del Libro que se lleva a cabo desde hace años en Mar del Plata suele haber bastantes stands con ofertas. Hubiera incluido la palabra “varias” luego de “ofertas”, pero lo cierto es que todos los stands tienen, en más o en menos, los mismos títulos. Así es como llegó Memorias de una zorra a mis manos.

Apasionada por las novelas históricas, tras ver en múltiples stands una tapa que reza “Con voz potente y conmovedora, Helena de Troya narra por primera vez su propia historia”, no fue difícil decidirme a comprarlo.

Todo le llega al lector atravesado por los pensamientos de Helena

Para comenzar diré que, en cuanto a su estructura, consta de capítulos y oraciones cortas y pocos diálogos, lo cual es entendible porque todo le llega al lector atravesado por los pensamientos de Helena. No es una narración a secas de su historia, es una vívida experiencia de sus sentimientos a través de los distintos episodios que la han tenido como protagonista, así como aquellos en los que sólo ha sido un personaje secundario de las historias de sus padres o de su hermana.

Desde su traumático secuestro a manos de Teseo, hasta su regreso a Esparta en manos de Menelao, no hay amante que no se recorra en este libro. Pero tampoco se deja de lado la tortuosa relación con su familia de sangre y los vaivenes típicos de la Corte espartana e, incluso, la troyana.

Se trata de una historia de amor con algún dejo de erotismo

Ahora bien, si como yo esperan encontrar aquí una novela histórica, a mal puerto han arribado. Sin lugar a dudas se trata de una historia de amor con algún dejo de erotismo que, en algunos casos, se trata de un exceso, pero en su mayoría ni siquiera llega a comenzar.

Y, aunque lo dicho no sería impedimento para que igualmente se trate de una novela histórica, lo cierto es que lo narrado no se condice, en gran parte de la narración, con las fuentes desde las cuales hoy conocemos la historia de la mujer más bella del mundo de aquél entonces.

No obstante, hay dos cosas a resaltar respecto de mis reseñas. Por un lado, es raro que no me guste un libro que leo, con lo cual pueden leerme recomendar este libro con la misma soltura que podría denostarlo. Y, por el otro, antes de criticar –en el sentido negativo de esta palabra–, me intereso en saber un poquito del autor, dado que eso, eventualmente, me explica el porqué de ciertas particularidades del libro.

Así, luego de una breve y rápida búsqueda en google respecto de Francesca Petrizzo, noté que publicó este texto cuando tenía apenas 20 años. Ello me permitió entender el porqué de que el lenguaje del libro no se condiga con la edad de la protagonista (Helena era una niña cuando la obligan a casarse con Menelao y ya es una mujer cuando él la regresa a Esparta).

Una novela ideal si pretenden pasar el rato

En síntesis, es una historia de amor sesgada por la edad de la escritora y la particular visión que una adolescente puede tener respecto de la apasionante historia de Helena de Troya.

Es un libro rápido de leer e intrigante. Si esperan un rigor histórico, es hora de cerrarlo –detallar los errores implicaría hacer un spoiler del libro–. Pero no tengo dudas de que es una novela ideal si pretenden pasar el rato, abstraerse de la realidad por unas cuantas horas o leer una novela de amor distinta.