En general se toma la Biblia de Gutenberg como el primer libro impreso de la historia de Occidente y eso es cierto. Lo que también es cierto es que 600 años antes, el 11 de mayo de 868, el ¿imprentero? chino Wang Jie da forma al que se considera el primer libro de la historia. Este dato es aún discutido: puede que haya otro libro más antiguo. Lo que no se discute es que es el más antiguo que se conserva; en este caso en la Biblioteca Británica (British Library) de Londres (se puede ver una versión digitalizada en http://www.bl.uk/onlinegallery/onlineex/landprint/sutra/index.html)

Se trata de siete tiras de papel amarillo manchado que se imprimieron a partir de bloques de madera tallados y fueron pegados entre sí para formar un rollo de más de 5 metros de largo. Escrito en chino, se lo considera como  una de las obras sacras más importantes de la fe budista.

Como todo lo que hacen los chinos, el libro tiene un nombre mágico: El Sutra del diamante. Se llama Sutra a todo texto que recoja las palabras de Buda. Buda fue el sabio creador del budismo que habría vivido alrededor de los años 563 y 483 antes de nuestra era. Sus seguidores aprendían de memoria sus enseñanzas y así las transmitían.

El libro, que está cumpliendo sus  1148 años, toma el título de las palabras de Buda incluidas en el último texto. Subhuti, uno de sus discípulos, le pregunta al maestro cómo debería titularse el sermón. A lo que Buda responde que deberá ser conocido como “El Diamante Cortador de Sabiduría Trascendental” porque “la enseñanza es fuerte y afilada como un diamante que corta a través de los malos enjuiciamientos y la ilusión”.

Como si estos hechos y sus contenidos no fueran suficientes, otro dato agrega polvo de oro a su mitología. Este original fue capturado por un arqueólogo húngaro-británico Aurel Stein (1862-1943), en 1907 (por eso su destino actual). Este precioso pergamino, había permanecido oculto, junto a otros 40 mil libros y manuscritos, en una cueva cercana a Dunhuang, una ciudad muy importante en la antigua Ruta de la Seda.

Esta biblioteca secreta, llamada las “Cuevas de los Mil Budas”, fue sellada alrededor del año 1000  y, entre el polvo y las sombras, permaneció cerrada unos 900 años. A principios del siglo pasado, un monje descubrió la entrada sellada de la cueva, y en ella los pergaminos de papel y seda conservados perfectamente gracias al aire seco del desierto. Lo demás corrió por cuenta del ubicuo Stein.

El Sutra del Diamante, también llamado “Perfección de la Sabiduría”, enseña la práctica del no apego o la abstención del apego mental. Como muchos Sutras, comienza con la frase “Así he oído”.

En uno de los pasajes, Buda ha terminado su paseo con los monjes y se sienta a descansar. Ante una pregunta de Subhuti, el maestro se extiende sobre la naturaleza de la percepción. En este y otros diálogos, el sabio emplea con frecuencia un pensamiento paradójico: “Lo que se conoce como la enseñanza del Buda no es la enseñanza del Buda”. Su propósito es que sus discípulos desaprendan nociones preconcebidas y limitadas de lo que es la realidad, la naturaleza de la iluminación y la compasión.

En otro pasaje, el Buda asegura que mucho después de que se haya marchado, habrá algunos que puedan entender el significado de El Sutra del Diamante y ponerlo en práctica. Al parecer el Buda estaba instruyendo (¿o quizás ordenando?) a un hipotético Wang Jie que imprimiera esas enseñanzas. Que por su puesto las escuchó y las hizo libro 1200 años después de pronunciadas.

Nerio Tello