Un caballo hecho de tela. Texturas, colores, formas. Papeles distintos y colores varios. Dibujos y trazos diferentes. Una langosta africana, pirañas y cocodrilos, controles policiales. La risa, la lluvia, la muerte.
Sangarropo es el primer libro que publica Claudia Pose y lo ha hecho de la forma más artesanal y artística posible. Cada uno de los casi 50 ejemplares que confeccionó es único, encuadernado e ilustrado en su singularidad. “Tuve que tolerar la imperfección de algunas cosas”, dice la autora. Pero a la vista, el resultado es primoroso.
El juego y la fantasía que puebla las páginas se escapa de los márgenes de las palabras e inunda las tapas, las páginas. “Soy artista plástica -cuenta Claudia- así que los papeles y los acrílicos estaban muy a mano. Tengo un estudio, tengo papelitos, cositas, así que era como material muy accesible para mi. No había otro modo que hacerlo manualmente y lo que hice fue jugar, y como todo juego, aunque uno lo repita nunca sale siempre igual”.
“Usaba un pedacito de tela en una tapa y después un pedacito de papel en otra. Lo mismo en las ilustraciones. Creo que fueron distintas para no aburrirme y por dejarme llevar. Recortaba un papel y el sobrante me sugería otra cosa y eso iba a parar a otra ilustración. Mis hijos me dicen que ellos me regalan algo y yo juego con la caja, así que algo de eso me sucedió también ahí”, explica.
La historia de Sangarropo es una y son muchas: textos breves en los que Ana nos cuenta, a veces nos confiesa, con sus ojos de niña el mundo que la rodea, las cosas que la deslumbran, los juegos que imagina, las amigas y los familiares con los que comparte momentos.
“No fue complejo hablar desde la niña. Supongo que es porque, siendo yo adulta, conservo bastantes cosas en común con esa manera de mirar. Hay bastante de niña en mi interior: me asombra mucho la naturaleza, no puedo entender que crezcan frutas en los árboles, espero la llegada de las ballenas y cuando las veo salto, grito. Me despiertan intensa alegría y mi humor bordea muchísimo el absurdo. Me puedo divertir haciendo hablar una milanesa, por ejemplo. Tengo mucho de ese humor absurdo que me parece que tiene la niñez”, detalla Claudia.
A la vez, en los textos aparece una historia grande, que asoma y duele, que infunde temor. Ella, Ana, no le pone nombre, pero quienes leemos sabemos qué es lo que está ahí. La voz dulce e imaginativa, llena de juegos y fantasías del personaje principal de estos relatos contrasta con una atmósfera gris y tensa que se cuela de tanto en tanto. La autora cuenta que “la dictadura sobrevuela el libro. Quise transmitir el clima, más bien, algo siniestro que andaba dando vueltas en mi propia infancia sin saber por qué. Mi familia no tenía militancia política ni se hablaba de eso, pero de algún modo algo peligroso vinculado a los militares y la policía me atravesó, resignificándose en la adolescencia”.
“Lo quise poner en el personaje porque creo que socialmente era de ese modo. Había un saber no sabido sobre lo que sucedía, que estaba latente, produciendo mucho terror y eso quise generar alrededor de los nenes”, agrega.
El resultado final de Sangarropo es también parte de un proceso de taller que la autora realizó con la escritora y docente Bibiana Ricciardi. Sobre esa experiencia, dice haber tenido “mucho estímulo de parte de ella y mis compañeros del taller para que el libro no quedara en la computadora. No soy muy buena con lo tecnológico y disfruto un montón de dibujar, así que no quedaba otra que hacerlo manualmente”.
Todo este trabajo tan minucioso y que a la vez expresa tanta libertad artística, en última instancia, tiene un objetivo. “Me gustaría llevar a los lectores a la sensación. Creo que las historias tienen mucho de los sentidos y de las sensaciones que me parece que es el lugar desde donde vive un niño, también. Espero haber logrado que se viva un poco la lectura con todos los sentidos puestos ahí: que se sienta el mar, la pena, el impacto de ver agonizar un caballo, el miedo que también está volando en mucho de los cuentos, festejar la lluvia y, fundamentalmente, la amistad”, finaliza.
Este viernes 12 de agosto a las 19 en Fundación CEPES -9 de julio 4251- la autora presentará Sangarropo acompañada de Bibiana Ricciardi, Carolina Bugnone y Jorge Chiessa. Habrá lecturas y ronda de café para invitar a descubrir distintas historias que reivindican la ternura y la imaginación más allá de todo.
@trianakossmann