Para Withman, lo sabemos, Nueva York es una isla mágica. Henry James, si bien espantado ante el crecimiento desmesurado de esa metrópolis, en The American Scene admite el “poder intrépido” que ejerce sobre él, el Puerto de Nueva York. Quizás en nuestras costas podríamos reconocer el Buenos Aires espectral de Roberto Arlt, o las fantasmagorías de la urbe en Leopoldo Marechal, y hasta el Buenos Aires que fue, o que nunca fue, de Jorge Luis Borges.

Pero ¿cómo es el Tokio literario? La capital del Japón, con 38 millones de habitantes, es una megaciudad en permanente reinvención. El presente que parece futuro y la tradición se cruzan en cada esquina. Por eso, dicen, es una ciudad fascinante, y de esa fascinación se hacen cargo muchos escritores.

Osamu Dazai (1909 – 1948) es considerado uno de los grandes escritores del siglo XX. Autor de clásicos como El ocaso e Indigno de ser humano, ofrece una pintura singular de la capital japonesa de su tiempo en Ocho escenas de Tokio. En estos cuentos deambula la tormentosa vida de Dazai por la geografía urbana. Los conflictos interiores se mimetizan con su nihilismo pero deja entrever siempre sus comentarios mordaces no exentos de poesía.

El Murakami famoso, Haruki, tiene varias novelas que giran alrededor de esa ciudad. Poco aparece en Tokio Blues, mucho más en Kafka en la orilla y se convierte en una urbe fantástica en 1Q84. Pero es en After Dark, que transcurre en una sola noche, que la ciudad aparece en toda su dimensión e inquietud: un mapa de los  intensos itinerarios emocionales de sus personajes.

El protagonista de Piercing conoce a una mujer en una galería especializada en esa técnica en el barrio de Ginza; juntos se trasladan a Kokubunji, al norte de Tokio. Cuando decide planear la culminación de su obsesión, pinchar mujeres, el protagonista se instala en el Hotel Príncipe Akasaka, desde donde observa la icónica torre de Tokio. Por último, en un derrotero desesperante, termina en un hospital de Yoyogi y de ahí la pareja se trasladará a Shin-Okubo, un barrio de Tokio, conocido por albergar la mayor comunidad de coreanos dentro de Japón. Un itinerario sobrecogedor en una Tokio desconocida debida a Ryu Murakami (el otro).

La chica de Kyushu, de Seicho Matsumoto, publicada en 1961, describe y cuestiona a la sociedad nipona, en especial la injusticia de ver en ese paraíso de consumo la marginalidad y la pobreza. Narra la historia de un crimen, una acusación, una condena y los deseos de venganza de su personaje femenino en una Tokio oscura y temible.

Un viajante de comercio del que se sabe poco recorre las calles de Tokio para visitar a sus clientes y, de paso, descubrir, como si se tratara de una aventura, comidas diferentes. El gourmet solitario de Jiro Taniguchi, ilustrado por Masayuki Kusumi, es un texto infrecuente, con recetas de cocina y singulares descripciones de los negocios que venden comidas en los barrios de la capital japonesa.

*Nerio Tello  es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.