El fenómeno literario de los años 50 fue monopolizado por la llamada Generación beat (Beat Generation). La poesía y la narrativa “beat” incluyó el rechazo a los valores estadounidenses clásicos, el uso de drogas y una gran libertad sexual. Esta nueva forma dejó su principal influencia y legado en la posterior contracultura o movimiento hippie. Y también despertó las iras del gobierno que veía comunistas por todos lados.
Pero lo que no se conoce tanto es que el movimiento tuvo un gran aporte femenino. Es más, las narradoras y poetas fueron tratadas con más dureza por la sociedad estadounidense. Más allá del sistema, los propios hombres del movimiento las invisibilizaron.
El discurso transgresor y libertario, temas como la libertad sexual y las adicciones, puestas en boca de una mujer, irritaba al conservadurismo. Una de ellas, Marge Piercy escribió: “Húmedo, húmedo, en la humedad metido, / creo que eres cerveza, leche y semen”. Y Leonore Kandel:” No hay otras vías para el amor que /la belleza/ y yo te amo por todas las vías / te amo / tu verga en mi mano / se aviva como un pájaro / entre mis dedos / mientras tú te hinchas y creces duro / en mi empuñadura”.
Elise Nada Cowen (1933-1962) poetisa y escritora, amiga y amante del poeta Allen Ginsberg (1926-1997) –autor de Aullido (1956) y que luego se declaró homosexual–, comenzó a probar drogas “recreativas”.
Cowen, con antecedentes de depresión, tuvo problemas psicológicos. Internada por psicosis, huyó del sanatorio y se refugió en la casa de sus padres. Allí permaneció encerrada bajo llave hasta que se arrojó por una ventana desde un séptimo piso. Tenía 29 años.
Años antes había escrito: Sentada contigo en la cocina / conversamos de todo / y te amo bebiendo té. / “Eso” es la palabra perfecta, / regia y hermosa. ¡Oh, / cuánto deseo, aquí mismo, tu cuerpo, / con o sin poemas / lengüeteados! (“Sentada”)
Además de la malograda Cowen, entre otras, se pueden mencionar a Diane Wakoski y Denise Levertov. Y quizás la más destacadas, Diane di Prima (1934), que escandalizó con su libro Memoirs of a Beatnik (Memorias de una beatnik), debido al lenguaje y al relato de los lúdicos encuentros sexuales con hombres, mujeres y homosexuales. Hacía honor a la prédica de gurú Jack Keruac (1922-1969). El autor de En el camino (1957) acuñó su legado: “El sexo es sagrado”. Autora de más de veinte libros, poco traducidos, en Loba as Eve escribe: “El día que te besé… / El día que te besé, la última cucaracha / se murió. Las Naciones Unidas / abolieron todas las cárceles. El papa / admitió a Jean Genet como miembro / del Colegio de Cardenales. / La Fundación Ford, con gasto enorme, / reconstruyó la ciudad de Atenas. / El día que hicimos el amor, el dios pan / volvió a la Tierra, Eisenhower dejó / de jugar al golf. Los supermercados / vendieron mariguana…” (fragmento)
Leídos hoy, algunos suenan naif, pero se trató de excelentes poetas expuestas a un mundo hostil, que en muchos caso, las inmoló. En la introducción de uno de sus primeros libros, Queer, también titulado Yonqui (en español se conoció como Marica, publicado en 1985), William Burroughs (1914- 1997) afirma: “jamás habría sido escritor sin la muerte de Joan”. Joan era Joan Vollmer (1923-1951). Comenzaron a vivir en pareja en 1944. Borroughs, que parte a la guerra, es dado de baja por “desequilibrio” emocional. Para mitigar la soledad, Joan comenzó a consumir anfetaminas. Una psicosis temporal hizo que la internaran. Al poco tiempo el autor de El almuerzo desnudo (1959) es arrestado por falsificar recetas de estupefacientes. Condenado con prisión domiciliaria en casa de sus padres, no tardaría en meterse en problemas. Los servicios secretos descubrieron su apología de la marihuana y para evitar el juicio huyó a México a donde fue a buscarlo Joan. El 26 de septiembre de 1951, Burroughs jugaba con un revólver, y Vollmer tenía en la mano una manzana, en una fiesta de alcohol y drogas, decidieron reproducir la escena de Guillermo Tell. La muchacha se puso la manzana en la cabeza y el escritor apuntó su Colt. La bala entró en el medio de la frente de Vollmer. Había cumplido 28 años.