Helena y Mariano pertenecen a círculos totalmente diferentes pero, una noche, se encuentran. No es el contexto ideal, no son del todo sinceros entre ellos, pero una fuerza muy vinculada a su soledad los atrae y los une.
Helena está buscando desesperada y tenazmente dejar de lado sus años de prostitución, trabajar y terminar una carrera universitaria. Mariano es un hombre de negocios huérfano y hermético, con un pasado que le pesa y muchas situaciones por resolver.
En torno a estos dos personajes centrales, Anabella Franco construye “Una noche con ella” (Ediciones B), en la que además de meterse en el mundo íntimo de un “consumidor social” de cocaína y la cruel realidad de una joven prostituta, aprovecha para cerrar algunos cabos sueltos de “Nada más que una noche”, su anterior novela, especialmente, el “después” del intenso romance de Nick y Lavinia y la historia de la madre de Helena y Lavinia.
El relato atraviesa los temas de la pasión, la desconfianza, la capacidad de superación, las atracciones, el perdón, las traiciones, la envidia, el dinero, la rebeldía y el arrepentimiento en torno a los protagonistas y a un puñado de personajes secundarios, algunos tan adorables como otros repudiables.
Entre los secretos, especialmente los del empresario hotelero, hay uno que lentamente sale a la luz para colarse en el camino de la seducción: Mariano cocina, casi profesionalmente, aunque, generalmente, no comparte esa habilidad con nadie en su entorno.
Es con Helena, con quién comienza a mostrar sus dotes, tanto para manjares dulces como salados y, entre otros, prepara la fondue de quesos, que Helena, asegura, “podría comer todos los días”.
La fondue es una típica comida suiza, que requiere, para su preparación, contar con una coquelicot, el recipiente con los accesorios que permiten mantener la temperatura de la preparación en la mesa.
En la novela, Mariano y Helena comparten esta comida en la intimidad, pero se dice que se trata de una receta para compartir entre amigos –las recetas suelen ser para cuatro o seis personas- y, si bien la técnica de preparación es una, su sabor varía mucho de un país a otro –se consume mucho en Francia- debido a los quesos que se consiguen en cada zona.
Por ello –y porque cuento con la colaboración de excelentes cocineras- vamos a contar en esta columna una receta bien adaptable a la Argentina –que disfruté varias veces de la mano experta de Ester, mi mamá- y una francesa –aporte de la amiga de esta sección, Andrea Montiel, autora del blog de cocina Assiette Argentine-.
Para la receta con quesos que se consiguen en Argentina se necesitan: a razón de 250 gramos de queso, por comensal, utilizando cantidades similares de queso emmental, gruyere, fontina y azul. Para cuatro personas, además de los 250 gramos de cada tipo de queso, se requiere 1 diente de ajo/ 300 cc de vino blanco / jugo de medio limón / 1 cucharada de almidón de maíz / nuez moscada y pimienta a gusto / una cucharada de kirsch (licor de cerezas).
Para prepararla, cortar el diente de ajo y con él frotar tota la superficie de la coquelicot. Dejar reposar un rato. Mientras cortar en pequeños trozos (o rallar) todos los quesos. Diluir el almidón de maíz en el vino blanco y el jugo de limón y agregar al recipiente. Llevar a fuego de la cocina y, cuando el líquido entibia, ir agregando los quesos, de a poco y revolviendo constantemente (en forma de “8” insiste mi mamá) y condimentar con nuez moscada y pimienta.
Cuando los quesos se terminan de fundir y se obtiene una mezcla bien cremosa, es momento de agregar un chorrito de kirsch.
Una vez listo, hay que preparar sobre la mesa en la que se va a presentar la fondue los accesorios que incluyen un pequeño calentador que funciona con alcohol de quemar, que generará una pequeña llama en el centro (mucho cuidado con este paso, recomienda Ester), sobre el dispositivo se coloca el recipiente con la fondue para que mantenga el calor.
La fondue tradicional se disfruta con pequeños trozos de pan (del día anterior o apenas tostados).
Con el paso del tiempo, se fueron agregando gran cantidad de opciones para sumergir en la deliciosa mezcla de quesos fundidos: encurtidos (pepinitos, cebollas), trocitos de vegetales (zanahorias, apio, pimientos, flores de coliflor o brócoli apenas blanqueadas), aceitunas descarozadas, cubitos de jamón cocido, pequeñas porciones de pollo asado o a la plancha o de carne roja tierna cocida a punto, entre otras posibilidades.
La versión francesa
La receta de fondue de Andrea, también tiene una proporción de 250 gramos de queso por persona pero utiliza las variedades beaufort, comté, emmental y gruyére. Además requiere
40 cc de vino blanco / media cucharada de almidón de maíz / kirsch / Pan tostado y cortado en cuadraditos (croutons) / nuez moscada y ajo (opcional).
El paso a paso comienza cortando los quesos en pequeños trozos. A quienes les gusta el ajo, pueden frotar la olla o coquelicot con un diente. Luego incorporar el vino y llevar al fuego. Cuando el líquido comienza a hervir agregar los quesos. Revolver y cuando la mezcla comienza a derretirse bien y mezclarse, incorporar el almidón de maíz, previamente diluido con el kirch y a disfrutar.