La trilogía Mi hombre integrada por los libros Seducción, Obsesión y Confesión (Planeta), de Jodi Ellen Malpas, forma parte del fenómeno editorial de la novela erótica, que explotó a partir de la publicación de 50 sombras de Grey. Está orientado cien por ciento a los amantes de este género, con la típica y efectiva fórmula de una chica (en este caso Ava O’ Shea, linda, independiente, inteligente, un poco torpe, con familia querible pero un poco lejana) que conoce a un chico (Jesse Ward, un poco mayor, misterioso, muy atractivo, seductor, dominante, con mucho dinero y secretos). Se enamoran, tienen encuentros, desencuentros, peleas, reconciliaciones, salidas y reuniones en los lugares más glamorosos, algún que otro tercero en discordia y mucho sexo a lo largo de las tres partes de la historia.
La autora auto-publicó las dos primeras partes de la novela en Amazon, antes de que un editor la llamara para comprar los derechos, y no se equivocó. Fue un éxito de ventas (llegó al primer puesto de la lista de los más vendidos del diario New York Times) y Malpas ingresó al grupo de las escritoras favoritas del género.
Pero no es el análisis editorial lo que convoca en esta sección, sino su relación con la gastronomía y esta historia ofrece el puntapié ideal para hacer referencia a un plato que, con la llegada de la moda de “brunch”, comenzó a cobrar protagonismo en nuestro país y ya se puede encontrar en las cartas de algunos restaurantes: los huevos benedictinos.
En la historia que construye Malpas, el desayuno preferido de los protagonistas es, precisamente, huevos benedictinos con salmón. Si bien los tradicionales son con jamón, panceta o pastrami, en los últimos años, la versión gourmet incluye entre las variantes a este pescado tan de moda). Ava y Jesse acuden a un pequeño restaurant especialmente para pedir los que Ward considera “los mejores” huevos benedictinos de todo Londres.
Es verdad que se trata de una receta tradicional en los países acostumbrados a los desayunos contundentes, pero no apta para todos los días en Argentina. El huevo poché puede realizarse en pocos minutos, podemos tener el pan comprado, la salsa holandesa no lleva mucho tiempo, pero requiere cuidado y técnica. Un error puede arruinarla. Por eso es un plato que suele prepararse en un desayuno tardío de domingo, o de fechas especiales como la mañana de año nuevo -en los lugares de clima frío, claro-.
Hay distintas teorías del origen de esta preparación, pero una coincidencia: los típicos huevos benedictinos van sobre un english muffin, hot muffin o breakfast muffin, que es, ni más ni menos, que la versión original, casera, del pan que se usa para las hamburguesas.
En la trilogía Mi Hombre, Ava los prefiere sobre pan integral, Jesse, sobre pan blanco, hay quienes lo disponen sobre una buena rodaja de pan de brioche. En esta oportunidad, voy a aprovechar para compartir una receta de estos english muffins que se pueden preparar con antelación. Algunos lo cocinan en sartén o plancha caliente, pero esta receta va al horno.
Manos a la obra (o a la masa)
Para este pan se necesitan: 100 cc de leche tibia / 18 g de levadura seca / 7 g de azúcar /325 g de harina común / 5 g de sal fina / 2 g de polvo de hornear / 150 cc de agua tibia / cantidad necesaria de harina de maíz.
Primero unir en un recipiente la leche tibia con la levadura y el azúcar y dejar reposar unos minutos para formar lo que se llama la “esponja”.
Disponer en un bowl grande la harina, sal, polvo de hornear, el agua tibia e incorporar la esponja. Se puede unir todo con batidora, pero después hay que amasar un rato largo hasta que quede una preparación bien lisa. Dejar descansar. Para cocinarlos hay varias alternativas, se puede disponer la masa entera en una budinera para formar un pan de molde, espolvoreando debajo y encima un poco de harina de maíz para hornear, pero la forma tradicional es formando pequeños bollos individuales, hechos a mano o con un cortante circular y, también, espolvoreados con harina de maíz.
Del tamaño de los bollos y su altura dependerá el tiempo que deberán estar en el horno. En promedio serán unos 10 minutos (hay que probar y controlar). Pero claro, también pueden acudir al pan que más les guste de su panadería preferida.
Para el resto de la receta (y para cuatro porciones aproximadamente) se necesitan: 4 huevos / 150 g de manteca /3 yemas de huevo / 1 cucharada de jugo de limón / 1 pizca de pimienta / 8 fetas de salmón ahumado o curado.
Para realizar la salsa holandesa primero mezclar las yemas con el jugo de limón y la sal. Batir intensamente para lograr una preparación bien lisa y cremosa y reservar.
Luego, derretir la manteca a fuego muy lento y retirar la espuma que se forma en la superficie.
A baño maría, bien suave, ir integrando la manteca derretida a las yemas batidas revolviendo constante y enérgicamente para generar una salsa espesa, amarilla y brillosa. A último momento se le puede añadir una pizca de pimienta.
Para hacer los huevos poche hay varias formas. La más fácil es calentar agua y un chorro de vinagre en una sartén profunda y, cuando hierve romper los huevos cuidadosamente (para que la clara no se desparrame demasiado) y dejar que se cocinen, durante 2, 3 o hasta 4 minutos. La idea es que, al cortarlos sobre el pan y la salsa, la yema esté cremosa y se derrame sobre los demás componentes,
Mientras se hacen los huevos, cortar a la mitad los english muffins (o el pan que prefieran) y calentarlos sobre una sartén.
Para presentar en platos individuales, disponer la base de un pan, sobre éste el huevo poché y unas fetas de salmón (curado o ahumado) de costado. Rociar por encima con la salsa holandesa y decorar con la tapa del pan. El plato se puede decorar con una ramitas de ciboulette finamente picadas o unas hojas pequeñas de albahaca.
Es una linda receta para disfrutar junto a una taza bien grande de café y una lectura interesante, en un día de descanso, frío y soleado.