Pensemos que todo comenzó con la presencia de un orangután de Borneo que se escapó de un navío maltes y que asesina a alguien en la Rue Morgue. Entonces tenemos un asesino, un crimen y para completar la escena falta un investigador. Allí aparece Auguste Dupin y toda su capacidad deductiva, quien resolverá este caso y muchas más historias más adelante. Era el año 1841 y Edgar Allan Poe fundaba el género policial.

Luego vendrían Chesterton y Conan  Doyle, hasta llegar al género negro de la mano de Raymond Chandler y Dashiell Hammett en Estados Unidos. Eran los años 30 y 40, la depresión golpeaba al país del norte y ese contexto genera que desaparezca el enigma y el juego lógico de las novelas, para dar lugar a narraciones más realistas. Así el detective sale a la calle, es parte de una sociedad en crisis y se enfrenta a la violencia. Por lo tanto, ya no se resuelve un enigma, sino que se pondrán en evidencia los oscuros móviles del crimen y del delito, así como la degradación de lo sociedad en que se vive.

“Y eso se sigue en la tradición, hoy por hoy el género negro es el género social.  Vos encontrás más fácilmente las características de la sociedad en la que vivís, las más negativas en una novela policial” dice Sergio Olguín, quien en pocas horas -este domingo 23 a las 18 – llegará por primera vez a la Feria del Libro en Mar del Plata.

Ahora, el gran inconveniente para los autores argentinos fue ubicar una figura que reemplace al detective que resuelve los casos, ya que siempre estaban las instituciones policiales más emparentadas con el delito que con resolverlo. Por lo tanto, cada uno de ellos tuvo que remediarlo como pudo.  Y salieron triunfantes.

“Sí, claro. Acá tenemos el problema del policía o detective y tuvimos que reinventarlo, sobre todo teniendo en cuenta que en el policial argentino el malo suele ser el policía, donde en otros lugares no. El policía es el que viene a resolver la situación. Cuando llega el policía al policial clásico termina la novela, acá es al revés cuando llega comienza la novela. Entonces hubo que reubicar el investigador y cada uno se arregla como puede, yo en mi caso lo que hice fue poner a investigar a una periodista, que es lo más habitual en nuestro país o sea que los periodistas se pongan a investigar y en muchos casos se metan en problemas” cuenta.

La fragilidad de los cuerpos (2012), Las extranjeras (2014) y No hay amores felices (2016) son las novelas protagonizadas por Verónica Rosenthal, la periodista que oficia de detective para Olguín. Y la cual tendrá mucho más trabajo, ya que el autor planifica concretar una saga de diez títulos con ella como principal actor.

Diez novelas y una miniserie, ya que Verónica Rosenthal llegará a la pantalla dentro de poco tiempo. Todo un trabajo allí, ya que la periodista tiene un rostro distinto para cada uno de sus lectores, así como un timbre de voz. ¿No es limitar la imaginación al ya encorsetarla en una imagen? Las opiniones son muy diversas, pero Olguín cree que esto generara un aporte interesante al personaje, “Yo lo que quiero es que evolucione Verónica Rosenthal. Que en cada novela vaya transformándose. De hecho ella en La fragilidad de los cuerpos es muy distinta a la que aparece en la tercera novela. Porque el sentido es que le pase como a las personas, que vaya creciendo durante su vida, ella, la vida, se encarga de transformarte pero sin que pierdas tu esencia”.

  • ¿Cuál es el aporte de la pantalla a la historia?

Ya ponerles cara y cuerpo a los personajes es algo inquietante. Es algo que está en tu cabeza y de pronto aparece allí, enfrente tuyo convertidos en personas. Y eso te aporta nuevas perspectivas para comprender tus propias historias. Yo creo que es rico en ese sentido, porque las historias de Verónica Rosenthal no están terminadas. Yo publiqué tres libros de ella pero mi intención es que haya más de tres, de hecho estoy empezando la cuarta novela y ver cosas que hizo el guionista inclusive (yo no participé en la escritura de los guiones) me sirve, ya que ves como que le dan mayor vida a esos personajes. No es ya solo lo que yo cuento, sino también todo aquello que aparece en otro formato como puede ser la serie. Y eso es como que vuelve al personaje más tridimensional, como nuestras vidas.

La actriz Eva de  Dominci es la elegida para el papel principal. La joven morocha de ojos verdes ya convenció a algunos de ser Verónica Rosenthal y otros aún esperan verla en acción. ¿Es el rostro que imaginaba Olguín? “Uno siempre tiene una persona, un rostro imaginado en la cabeza y el que no siempre es muy claro. No siempre se consigue coincidir con el actor que ponen en ese lugar. Eva de Dominici es una muy buena actriz, que creo, además, coincide en la personalidad  con Verónica” dice. Y agrega una anécdota para reforzar la situación, “Es muy gracioso porque el otro día charlaba con mi editora, que es la editora de todos mis libros de Verónica  Rosenthal, y me decía ¿Verónica tiene el pelo negro, no? Y yo le decía, no para mí lo tiene castaño. A ver,  si ella que la conoce tanto como yo de haberla leído y no nos podemos poner de acuerdo, con el resto es lo mismo. Cada uno va armando el personaje según su propia fantasía. Igual yo creo que lo que más importa en estos casos no es la cuestión física,  sino la personalidad que pueda imponer la actriz que interprete al personaje. Es ahí donde no puede fallar y en ese sentido, mas allá de que puede uno pensar si es rubia o morocha, Eva de Domicini coincide en su personalidad”.

  • Y ¿cómo es tu relación con Verónica?

Con Verónica tenemos una coincidencia en cuanto a la mirada sobre el periodismo, sobre como ejercerlo. Era algo que me interesaba compartir. Pero en lo demás, no. Generalmente es un poco insoportable, tiene un carácter medio así como creída. De hecho sentí luego de escribir las tres primeras novelas que necesitaba tomar un poco de distancia de ella y escribir otras cosas. Pero sí, me divierte mucho Verónica Rosenthal. Inventarle historias a ella es algo que yo disfruto mucho.

En las novelas policiales negras conviven la realidad y la ficción. Cuál es más autónoma, depende del autor y la independencia de los personajes. Para Olguín ese equilibrio en sus producciones  sale naturalmente. “Creo que ahí me sirve el hecho de  ser periodista. Justamente para dejar de lado la realidad. Yo sé que no estoy haciendo algo que tenga que ver con la realidad. Si yo quiero escribir sobre femicidio puedo hacerlo como un artículo periodístico o puedo inventar todo alrededor,  más allá de que me base en un hecho real. La ventaja de la novela es esa, que vos podés tomar la realidad y transformarla y convertirla en lo que vos quieras, teniendo en cuenta siempre que lo que vos estás escribiendo es una ficción y no confundirse con que estás contando la verdad de las cosas” comenta.

La novela policial propone un lector activo. Un lector que acepte la invitación a participar del relato y resolver todo a la par del protagonista y mucho mejor si logra dar un par de pasos adelantado. S.S Van Dine, seudónimo de Willard Huntington, escritor de novelas policiales y filólogo, escribió en una de sus  veinte reglas para la novela policial que  “… el lector y el detective deben tener las mismas oportunidades para solucionar el problema. Todas las  pistas deben anunciarse y describirse con todo detalle” porque si no se estafará al lector.

Acepte la invitación de Verónica Rosenthal. Encontrará un equilibrio justo, una protagonista con rostro y que evoluciona historia tras historia, una investigación como medio, pero también la denuncia sobre el contexto real y actual. Todos estos ingredientes están disueltos en una narración cautivante que le permitirá recoger la experiencia del día a día con mayor eficacia que otros géneros.

Bernabé Tolosa

@bernabetolosa