Hace unas semanas publicamos dos columnas (acá la primera, y esta es la segunda) donde consignábamos novelas con periodistas hombres como centro de la narración. Quedaron guardados algunos ejemplos de mujeres escritoras que diseñaron sus propias protagonistas, con fidelidad al género (el policial y la mujer).

Betibú (2012), de Claudia Piñeiro,  pone en escena a la escritora y periodista retirada Nurit Iscar, quien debe trabajar con un cronista novato para indagar un caso de aparente suicidio en el que se esconde, quizás, un crimen. El jefe de ambos es un veterano periodista, arquetipo de los policiales antiguos, esos maestros que dan cátedra, de mala gana y con cierta amargura; aunque un dejo de idealismo aun los sostiene. 

La novela, de corte policial, también se mete en las relaciones entre el periodismo y el poder y los cambios producidos en los medios de comunicación (el papel de las redes, los procedimientos para rastrear información, el conflicto con las fuentes…). En este mundo controlado y con límites muy precisos, parece decir la autora, hay chances para establecer vínculos y apostar a un cambio. En 2014, Miguel Cohan adaptó la novela y la convirtió en una película que se apoyó en la trama policial.

La estadounidense  Annalena McAfee  publicó ¡La exclusiva!, traducción curiosa para The Spoiler, en el que dos mujeres periodistas se encuentran durante una entrevista. La frívola Tamara Sim trabaja para una de las denominadas “revistas rosa” y tiene como asignación entrevistar a la corresponsal de guerra Honor Tait, una reportera de 79 años, ya retirada. La confrontación ética entre ambas se trasforma en una aguda crítica al periodismo. Humor, sátira e intriga policial en un clima no exento de desolación.

En un pasaje Honor Tait se dispone a recibir a periodistas en su casa con un “único propósito: vender su miserable libro”.  La autora critica con dureza el sensacionalismo y la superficialidad actual pero pone en boca de Honor Tait una dolorosa confesión. Su peor delito, admite, fue la omisión, porque lo que contó “perdura en la memoria mucho más vívidamente que cualquiera de las crónicas enviadas sin aliento desde la línea de fuego”. McAfee reconoció que eligió dos mujeres como personajes centrales de su novela para romper la tendencia de libros sobre periodismo protagonizados por hombres.

La desaparición de un niño en un centro comercial, suceso similar a otro ocurrido en el mismo lugar dos años antes, involucra a dos mujeres que arrastran sus propios fantasmas: una inspectora jefe de policía y una periodista de informativos de televisión. Este es el punto de partida de No soy un monstruo, primera novela de la periodista catalana Carme Chaparro. Ganadora del Premio Primavera de Novela 2017. No la leí, pero un crítico la definió como “una novela endiabladamente inteligente con un final inesperado”, una atractiva invitación a leer.

@NerioTello