El gobierno nacional anunció el levantamiento de las restricciones que impedían el ingreso al país de libros impresos en el exterior. La medida fue festejada por la mayoría pero también fue cuestionada por quienes consideran que significará un golpe para la industria editorial nacional.

La decisión del gobierno nacional fue anunciada por los ministros de Cultura, Pablo Avelluto, y Producción, Francisco Cabrera, quienes dieron a conocer un comunicado en el que especificaron que se busca “incrementar la diversidad bibliográfica y favorecer la libertad de elección de lectores argentinos” así como “facilitar el intercambio de la industria editorial local con los mercados internacionales”.

El texto agrega que con el cambio se apunta a “promover la pluralidad de voces y democratizar el acceso a los libros provenientes del extranjero y fortalecer el vínculo cultural del país con la región y el exterior”. Y que a partir de ahora “los lectores argentinos van a tener acceso a la mayor oferta bibliográfica disponible, sin obstáculos burocráticos ni limitaciones que impedían la libre circulación de las ideas, encareciendo innecesariamente los libros impresos en otros países”.

Según el comunicado, esta resolución, que será publicada en el Boletín Oficial, “pone fin a una política de restricción que desde su aplicación en 2010 limitó el ingreso de libros importados y provocó que en los últimos años los costos de producción locales volvieran menos competitiva a nuestra industria, a la vez que desalentó la exportación de libros al exterior”.

Al referirse a la medida Cabrera sostuvo que “la restricción además de aislarnos hizo caer a la industria editorial. El libro tiene un enorme valor cultural, pero además genera miles de empleos calificados que queremos promover: autores, editores, correctores, ilustradores y diseñadores argentinos entre otros. Queremos que desarrollen su talento, en comunicación con el mundo”.

Ambos ministerios anunciaron también que trabajarán “junto al sector para promover a la industria editorial dentro de las industrias culturales donde la Argentina tiene mucho para aportar, en especial al mundo de habla hispana. Se trabajará en líneas de crédito, capacitación y promoción de exportaciones desde distintas áreas de ambos ministerios”.

Según el gobierno nacional,  la medida “fue celebrada por las diversas entidades que integran la industria editorial. La Cámara Argentina del Libro, la Cámara Argentina de Publicaciones, editores independientes, libreros y autores que coincidieron en la necesidad de eliminar trabas y poder acceder de ese modo a más y mejor diversidad bibliográfica”.

Reacciones dispares en redes

El tema no tardó en llegar a las redes sociales. En twitter se viralizó el hashtag #libroslibres, acompañadas por frases como “bienvenidos libros del mundo a Argentina” o “por fin la democracia se pone en práctica”.  Algunos esbozaron argumentos más concretos, como que se abrirán “las puertas a los libros de traducción y otros nichos” o que permitirá recibir “libros editados en otros países y en su idioma original”.

Sin embargo, también hubo voces en contra de la medida derogada. Hubo quienes afirmaron que el control de tintas implementado por el gobierno nacional “solo trataba de proteger la industria nacional y el trabajo argentino” y que la nueva disposición no contribuirá “al mejoramiento de la industria editorial” sino “más bien la arruinará o la hará desaparecer”.