En 1977, a los 49 años, el ensayista y escritor francés Serge Doubrovsky publicó su novela Hijos, obra calificada como “autoficción” por su autor. Este neologismo sorprendió a los eruditos, al periodismo y al público en general. ¿Es una  autobiografía? “No, eso es un privilegio reservado a los importantes de este mundo”, respondió el autor. Y definió su trabajo como “una ficción de acontecimientos y hechos estrictamente reales; si se quiere, autoficción, de haber confiado el lenguaje de una aventura a la aventura del lenguaje, fuera de sensatez y fuera de la sintaxis de la novela tradicional o nueva”.

Coincidencia o no, el mismo año que se publica Hijos, un primo de Doubrovsky, 30 años más joven, Marc Weitzmann, pone en escena a Serge Doubrovsky pero como un personaje no muy amable en Caos (1977), otra ¿autoficcion? sobre los complejos lazos familiares.

El neologismo, ya aceptado, se define por un “pacto oximorónico” o contradictorio que asocia dos tipos de narraciones. Por un lado, un relato fundado, como la autobiografía, sobre el principio de tres identidades (el autor es narrador y personaje principal). Y por otro lado, es una ficción con sus propias lógicas (tiempos, desvaríos, fracturas) y también por sus paratextos (título, textos de solapa, contratapa, etc.).

Un tiempo más tarde surgió la expresión “novela personal”, ya que propone un cruce entre un relato “real” (la vida del autor) y el relato de una experiencia ficticia vivida por éste.

Novela personal sería, también, otro oxímoron. Pero en literatura lo que prevalecen son los textos no los rótulos.

Cartas al padre (1919), de Franz Kafka, ¿es una novela personal? Como se recordará en esas “cartas”, el autor/narrador ¿Kafka? acusa a su padre por su conducta emocionalmente abusiva e hipócrita hacia él. Algunos estudiosos postularon más adelante que el padre de Kafka no era el monstruo que pinta el autor. Ahora, Kafka ¿se refería a su propio padre? ¿Era una novela personal o mera ficción? Creo yo, modestamente, que no tiene importancia. El texto pervive por la calidad de la prosa. ¿O acaso Kafka verificó alguna vez que su cuerpo se había convertido en un insecto?

Ya lo dije, y voy a repetirme. Más de un alumno llega a mis talleres con la propuesta de que quiere escribir su vida o la de su familia, porque son “vidas muy interesantes”. Y yo les repito, la historia es lo de menos, lo que importa es el cómo. Y les pongo un libro de Alice Munro o de Richard Yates en sus manos.

Philip Roth publicó en 1991, Patrimonio: una historia verdadera. En esos años Roth era una figura consagrada y vivía en Europa. Regresó a Estados Unidos a visitar a su padre, que había comenzado con unos leves síntomas que lo conducirían a su diagnóstico final: tumor cerebral (todo esto lo cuenta en la “novela”). Esta es la anécdota. El libro es un relato dramático y bello, profundo, descorazonador y emotivo. No es por la historia, es todo obra de Roth, puro talento narrativo.

 

@neriotello

*Nerio Tello  es periodista, escritor, editor y docente universitario. Autor del blog Letra Creativa.