Los viajes en papel pueden combinarse con viajes a través de material audiovisual, y es precisamente esta propuesta la que les traigo en la presente recomendación.

La librería de Penelope Fitzgerald, editado por Impedimenta, es un clásico de la literatura inglesa publicado en 1978. Su edición viene tanto en tapa blanda como dura y cuenta con un posfacio escrito por su yerno, Terence Dooley, que cuenta la historia detrás de esta obra de ficción – una parte clave para entender el por qué de la ambientación y temática de la novela.

Es una lectura interesante que puede resultar un tanto monótona de a ratos. Es allí donde la adaptación a la pantalla grande del 2017, dirigida por la española Isabel Coixet, entra en juego para llenar los vacíos que deja la historia en papel y transformar el mensaje de amor por los libros en un grito más fuerte y mucho más emotivo. La buena noticia es que la película está disponible en la plataforma más popular de contenido online: Netflix.

“Un buen libro es la preciosa savia del alma de un maestro, embalsamada y atesorada intencionadamente para una vida más allá de la vida.”

Hardborough es un pueblo ficticio con una sociedad muy cerrada. Florence Green, una extraña en esta población, decide abrir la primera librería del lugar. Florence es una viuda joven, sin hijos, en busca de un proyecto personal que llene sus días. Su entusiasmo es contagioso para los lectores, aunque no así para personajes como Violet Gamart o Milo North, quienes tienen otros proyectos en mente y son ambiciosos económicamente.

En la novela encontramos referencias a Lolita, la obra de Vladimir Nabokov; en la película sumamos referencias a obras emblemáticas de Ray Bradbury como Crónicas Marcianas, Fahrenheit 451 y El vino del estío, un guiño amistoso para amantes de los libros, contextualizando su publicación en Inglaterra. 

La señora Green cuenta con el apoyo de dos entrañables personajes: Edmund Brundish, su primer cliente, un anciano que no se guía por las apariencias y es un ávido lector; y Christine Gipping, una niña de diez años que se convierte en su ayudante por las tardes, finalizadas las lecciones de la escuela. Si bien a Christine no le gusta leer, desarrollará un especial afecto por la pasión de Florence hacia los libros. 

La ambientación nos traslada al año 1959, con sus eventos sociales, sus vestimentas y sus casas antiguas. Tal es así que el nombre de la propiedad donde se emplaza la librería es llamada Old House (en inglés, casa vieja). En este contexto, una viuda en edad de volver a casarse, con un proyecto laboral novedoso no es bien vista por la rama más tradicionalista de la sociedad rural inglesa, por lo cual el libro refleja el largo y sinuoso camino que Florence debe recorrer para hacerse un lugar en Hardborouhg.

El único comentario que haré sobre el final es el siguiente: difiere mucho el que propone Penelope Fitzgerald del que se presenta en la película. Les dejaré a ustedes la elección del mejor final.

Si los libros sobre libros les resultan atractivos, existen otras novelas conocidas que son muy recomendables: La ladrona de libros, de Markus Suzak; El gato que amaba los libros, de Sosuke Natsukawa; El club de lectura para corazones solitarios, de Sara Nisha Adams; La librería de monsieur Picquier, de Marc Roger; La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey, de Mary Ann Shaffer y Annie Barrows; y El lector a domicilio, de Fabio Morábito.

Melina Rubio